Wednesday, February 22, 2006

Mahoma Superstar

La Umma levanta su espada en contra del enemigo infiel. Turbas enfervorizadas de musulmanes atacan embajadas europeas desde Palestina a Indonesia por la publicación de caricaturas satíricas en un periódico danés, en las que se representa al profeta Mahoma. La violencia es tal que los líderes occidentales apenas se sienten conminados a balbucear una torpe y claudicante disculpa, mientras que la Liga Árabe se encarga de azuzar el conflicto calificándolo como un ataque organizado para ofender a los musulmanes. Irán y Siria se aprovechan de la situación para pasar al contra ataque justo en el momento que ambos países están en la mira del Consejo de Seguridad de la ONU. Un rápido movimiento de tablero que acomoda las piezas para un eventual enfrentamiento que parece sólo cuestión de tiempo.

Porque tiempo es lo que busca ganar el nuevo eje totalitario para la conformación de alianzas estratégicas que le permitan establecer diferentes frentes que dificulten los movimientos ofensivos del "gran Satán" y sus aliados europeos. La manipulación religiosa en este caso es tan evidente que pocos dudan que su explosión, cuatro meses después de la publicación de las caricaturas, es una estrategia orquestada para neutralizar la discusión del contencioso nuclear iraní en el Consejo de Seguridad de la ONU y sus más que probables consecuencias punitivas en contra del régimen de los ayatolás. Por muchas diferencias que existan entre la rama suní y chií del Islam, su entendimiento para lograr los objetivos de la Jihad, en cuanto a la expansión imperial de la fe musulmana en tierras del enemigo ateo-cristiano (valga el contrasentido), aparca por el momento cualquier diferencia teológica que, a lo largo de su historia, les llevara a no pocos y sanguinarios conflictos intra-islámicos.

La conformación de este nuevo eje anti-occidental, liderado por Irán y Siria, cuenta con la adhesión de las fuerzas reaccionarias que anidan en Occidente y que se caracterizan por un odio visceral al gigante americano; no por casualidad Cuba y Venezuela votaron en contra de llevar el programa nuclear iraní ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

El general petróleo

La visita que tiene programada el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, a Sudamérica, busca, presumiblemente, la firma de convenios de tipo energético-militar de asistencia recíproca con Venezuela, en caso de una intervención armada, para utilizar el petróleo como arma política disuasoria, mientras Irán acelera la construcción del arma total: la bomba atómica. La retórica anti-estadounidense del caudillo tropical, su megalomanía revolucionaria y las extensas reservas de petróleo con las que cuenta, lo hacen el aliado perfecto para frenar los movimientos de un gigante "adicto al petróleo". La coquetería diplomática entre funcionarios de la teocracia islámica y la petrocracia bolivariana vislumbra una alianza geoestratégica tan ambiciosa como peligrosa.

El general petróleo junto con la glorificación del martirio en nombre del Islam, son armas muy poderosas contra la duda y pusilanimidad creciente de un Occidente que se sospecha penetrado por cientos de miles de soldados durmientes, a la espera de órdenes para atacar en cualquier sitio, contra quien sea y con los medios necesarios que venguen con sangre los supuestos agravios sufridos por el Islam.

No es respeto, es temor

La polémica que suscitó las caricaturas de Mahoma en Occidente y sus consecuencias en el mundo musulmán, demuestra que muchas de las críticas que los gobiernos e intelectuales bienpensantes occidentales hicieron a los editores y dibujantes escandinavos, en referencia a los supuestos excesos en el ejercicio de la libertad de expresión, no son más que un disfraz para el miedo puro y duro al Islam. Actitud que contrasta con la casi unanimidad o tímidas críticas de los dignatarios, clérigos e intelectuales musulmanes ante la reacción desproporcionada y brutal de los seguidores del profeta.

Una vez más, el espíritu autocrítico que tanto progreso ha generado en Occidente, se devuelve en su contra hasta convertirse en autodestructivo, en un contexto de pugna entre civilizaciones con notables diferencias en cuanto a sus convicciones morales y principios éticos. Porque así como la figura del profeta es sagrada para los musulmanes, la libertad de expresión también lo es para nosotros, ya que es la base de ese sistema de libertades que protegemos con la democracia.

Por supuesto que la libertad de expresión tiene límites; éstos se encuentran en el Código Penal de un Estado de Derecho que privilegia el libre flujo de las ideas antes que la censura previa. Afortunadamente no es el Corán la fuente de toda nuestra jurisprudencia en materia de derechos humanos. Si una persona civilizada se siente agraviada por una información, son los tribunales los encargados de juzgar la cuestión, no los clérigos de ninguna religión.

Cuando se utiliza el típico argumento de que: "aunque la libertad de expresión es fundamental", ella no justifica a nadie, por ejemplo, a gritar ¡fuego! en un auditorio lleno de gente, por los perjuicios que el pánico pudiera causar, no se toma en cuenta una matización que cabría en esta metáfora: Y si fuera cierto que el auditorio se está quemando ¿Sería más ético dejar que todos se quemasen para no generar pánico? o en ese caso gritar ¡fuego! al menos daría la oportunidad a algunos de salvarse.

Digo esto porque es posible que la crisis de las viñetas sea un síntoma del auge del integrismo islámico, no ya a nivel de pequeños grupúsculos de fanáticos, sino a escala de grandes masas orientadas por unas cuantas ideas simplistas de tipo religioso que pregonan la destrucción de los no creyentes o como mínimo su castigo ejemplar en nombre de un Dios severo, misógino y vengativo. La extensión de esta doctrina totalitaria entre los musulmanes "moderados" es un fenómeno tan inquietante, que su sola consideración sería calificada como un "delirante despropósito de los belicistas de siempre", por parte de ese ejército de progre-masoquistas que conciben a Occidente siempre como victimario y nunca como víctima.

Mucho sacrificio costó a Occidente su liberación del absolutismo religioso como para aceptar la mordaza islámica. En estos momentos es recomendable una serena firmeza que reafirme nuestros valores ante la forma más peligrosa de totalitarismo a que se enfrentan las democracias liberales: el islamismo.

Muchas de las ideas que en su momento fueron catalogadas de herejías se convirtieron en principios liberadores que hicieron avanzar la ciencia y la política, sino que se lo pregunten a Galileo. Por tanto, la herejía y el humor es el derecho que tenemos los seres humanos a poner en duda los dogmas, a reírnos de lo solemne, a bailar con nuestros dioses. Podría verse también como el don que nos otorgó Dios para dudar de su existencia en procura del desarrollo de una inteligencia tan imprescindible para comprender todo lo que nos rodea, como útil para reírnos de nuestra propia estupidez. Sólo el talento de Andrew Lloyd Weber puede convertir esta tragicomedia islámica en una opera rock.