Saturday, June 04, 2011

Elección en Perú: el mal menor y sus garantes

Ganará el que menos miedo cause o el que mejor disimule
La clave de esta elección terminará siendo el nivel de compromiso que asuman los garantes de cada opción luego de que se sepa quién fue el favorecido por las urnas: Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique por parte de Humala y Hernando de Soto, PPK y Castañeda por el lado de Fujimori, habrán hipotecado todo su prestigio político a la labor de contener los impulsos antidemocráticos de quien tenga la responsabilidad de gobernar Perú los próximos años.

¿Cómo es posible que un país que lleva dos décadas de crecimiento económico esté tan cerca de “joderse” otra vez? El Perú, que elige entre “el cáncer y el sida” (Vargas Llosa dixit) en la segunda vuelta presidencial del 5 de junio, es uno de los países que ha sacado a más gente de la pobreza en la última década, éxito sólo comparable con el de su vecino: Chile. El dilema de escoger entre la hija de un condenado por crímenes contra los derechos humanos y un militar nacionalista contaminado con delirios étnico-políticos como el etnocacerismo (que también le vienen de familia), es el peor de los escenarios posibles para quienes intentan preservar lo logrado y perfeccionar la democracia peruana dentro de los límites del imperio de la Ley.

Las encuestas de la última semana nos dicen que la disputa será la más cerrada de la historia electoral peruana y la nación se encuentra en unos niveles peligrosos de polarización política que vaticinan una jornada electoral larga y tensa. Entre Keiko y Ollanta se juega el futuro inmediato de una nación que parecía haber encontrado el camino del sentido común para superar sus muchas rémoras.

Alfredo Bryce Echenique y Mario Vargas Llosa son los avales de Humala

Ahora mismo, no hay peruanos indiferentes ante el dilema mayor al que se enfrentan en esta elección: los fantasmas del legado más perverso del fujimorismo se mezclan con la larga “mano peluda” del chavismo continental, por lo que más allá de los discursos y promesas electorales de los contendientes, los ciudadanos deben establecer cuál de los dos es el mal menor, aquel al que se puede controlar de una manera más efectiva para evitar que el autoritarismo despótico se instale de nuevo.


La derecha peruana se aferra a Keiko por considerar a Humala un salto al vacío 

La metáfora pesimista que anticipó el escritor y Premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa de elegir entre el “cáncer y el sida” se ha materializado desafortunadamente y ahora toca tomar una decisión. Para el ilustre intelectual iberoamericano la opción es apostar por Humala y en ello se ha empeñado en las últimas semanas, destacando lo que padeció su pueblo en los tiempos del régimen de Alberto Fujimori, actualmente condenado a 25 años de prisión por crímenes contra los derechos humanos y corrupción.

No obstante, los peruanos recuerdan también el otro legado que dejó el fujimorismo en materia de seguridad y economía. Haber acabado con las bandas terroristas más fanáticas y sanguinarias de la región, Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, pese a utilizar para ello métodos reñidos con el Estado de derecho, es un mérito que se le atribuye a Fujimori y a su siniestro asesor Vladimiro Montesinos. Incluso, hay quienes aseguran que esa guerra sucia contra el terror fue la que logró la victoria y sentó las bases para el crecimiento económico que disfruta Perú actualmente.

Abimael Guzmán tras las rejas es un símbolo fujimorista

Pero el precio que pagó este antiguo virreinato andino fue la corrupción más espantosa que haya conocido el país en su historia reciente. Con todo y que la deshonestidad política no la inventó el fujimorismo, Vladimiro Montesinos la convirtió en una verdadera política de Estado amparado por su jefe Alberto Fujimori.

Por su parte, el militar nacionalista, Ollanta Humala, quien irrumpió en la arena política peruana como los caudillos de siempre, es decir, mediante las armas y que en las anteriores elecciones se lanzó a los brazos del principal promotor de la dictadura del siglo XXI, el teniente coronel, Hugo Chávez, ha intentado dulcificar su mensaje diciendo que su lejanía a las tesis chavistas no es una impostura para engañar incautos. Incluso se ha esforzado por acercarse al símbolo de la izquierda democrática, el brasileño Luis Ignacio “Lula” Da Silva, haciendo juramentos solemnes de respeto a la democracia, la libertad de expresión y la economía de mercado.

Hay imágenes que persiguen como esta de Humala, Chávez y Morales hace ya algunos años

Para los venezolanos esas promesas nos parecen muy conocidas, ya que en las vísperas de su ascensión al poder, Hugo Chávez, también se declaró partidario de la “tercera vía” del laborismo británico que lideraba en aquel entonces Tony Blair.

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